Agenda para ordenar a Puerto Rico

Por: Luis García Pelatti

jueves, 20 de julio de 2017

Al llegar a la Junta de Panificación sabía que estaba pendiente completar el Plan de Uso de Terrenos. Conocía de la existencia de Agenda Ciudadana, una organización sin fines de lucro, cuya razón de ser, era canalizar y dar dirección a la frustración de los ciudadanos ante la inacción de los políticos y los jefes de agencia de turno. En ese momento me tocaba presidir la junta.

No solo sentía el peso de la responsabilidad de cumplir con lo establecido por la Ley Orgánica de la Junta de Planificación, sino que tenía el peso de hacer cumplir uno de los seis proyectos de país que Agenda Ciudadana había recogido a lo largo de sus diálogos, acuerdos, colaboraciones y alianzas. Puerto Rico necesitaba un Plan de Uso de Terrenos que permitiese reducir los tiempos y costos en los trámites de permisos, conservar nuestros recursos naturales y agrícolas y fomentar un desarrollo ordenado.

Pero el plan tenía varios retos. Nunca se había elaborado uno que mirara a Puerto Rico como un todo. El proyecto era responsabilidad de la Junta de Planificación desde la primera Ley de Planificación de 1942, pero no se acababa de completar, a pesar de esfuerzos parciales a través de los años. Mientras, la sociedad civil, los partidos políticos y casi la totalidad de las organizaciones profesionales, lo habían reclamado para hacer de Puerto Rico un país más competitivo.

Para lograrlo era necesario establecer un proceso donde la sociedad participara activamente e hiciera suyo el plan. Es aquí donde los intereses de la Junta de Planificación y de Agenda Ciudadana se unieron para lograr que Puerto Rico tuviera por primera vez un Plan de Uso de Terrenos (2015) mediante un proceso participativo más amplio y multidimensional en la planificación puertorriqueña.

La aprobación de ese plan ha sido el reto más grande de mi vida profesional. Tuvo más enemigos de los que pensé, la mayoría sotto voce. Los puedo resumir en dos. Los primeros no querían desarrollo ordenado, pues ellos habían sido exitosos en el desorden y pedían: “no me toques”. Los segundos reclamaban que debía ser perfecto y, por consenso, exigían: “no estamos listos”, “mejor esperar”, “no es el momento”.

El Plan se aprobó y fija las guías para el desarrollo ordenado. Establece qué cosas son posibles en un área pero no en otra; clasifica todos los terrenos en urbanos, urbanizables y rústicos, basado en criterios claros y definidos, controlando el desparramamiento urbano, protegiendo los terrenos agrícolas y ecológicos. Igualmente importante, evita que los nuevos desarrollos se aprueben en áreas identificadas a riesgos de inundaciones, deslizamientos de terrenos o cualquier otro riesgo que ponga en peligro la vida y propiedad.

Este proyecto fue un gran esfuerzo de muchos. Pero sin la firmeza y perseverancia de Agenda Ciudadana recordándonos que Puerto Rico necesitaba un Plan de Uso de Terrenos, éste se hubiese convertido en uno de esos tantos proyectos de ley u orden ejecutiva, con posibilidad de impactar positivamente el país, pero que al final se quedan solo en papel.

Agenda Ciudadana, con su metodología de trabajo, nos ha enseñado que el país necesita tomar decisiones producto del diálogo, que es la discusión entre dos o más personas que manifiestan sus ideas y buscan la avenencia. Además, nos revela que lo que necesitamos no es consenso sino concertación, que es cuando buscamos traer a identidad de fines o propósitos la diversidad de pensamiento y acciones, entiéndase producir resultados.

Mi agradecimiento y felicitación para Agenda Ciudadana, tal vez la organización más importante y original que produjo la crisis económica que nos recuerda la cita de James Baldwin: “no todo lo que se afronta puede cambiarse, pero nada puede cambiar hasta que se afronta”.