Caminos alternativos desde la comunidad

Caminos alternativos desde la comunidad

Por Félix López Román

martes, 18 de julio de 2017

Reducir la crisis fiscal a un asunto exclusivamente económico puede crear el efecto de asumir que la esfera económica está aislada del resto del entramado social. Más aún, esto podría suponer que la esfera económica es de carácter supra-social y que, por tanto, toda acción queda supeditada a la racionalidad del mercado. Ese entendido podría ocultar otras fracturas que están asociados a la llamada crisis fiscal. Por ejemplo, la crisis fiscal puede ser vista desde el quiebre de una ideología que sustenta un modelo económico que, a partir de la década de los setenta, ha privilegiado al sector privado a costa del desmantelamiento del sector público. Sin embargo, en una especie de homeopatía económica, se intenta curar al enfermo con lo mismo que causó su enfermedad.  Así, se nos recomienda volver a aplicar medidas de austeridad para resucitar a ese modelo económico, iniciador de crisis fiscales, y que opera desde la deuda, la financiación y la especulación.

Desde ese panorama, el gobierno, que otrora fuera el garante de lo público, queda confinado a actuar desde las premisas del capital financiero. La crisis fiscal no es sólo una descripción sintomática de una condición momentánea, sino que es también  un dispositivo de gobierno que obliga a que toda política pública esté centrada en la deuda y no ya en la voluntad general o en el proyecto colectivo de un pueblo. De ahí, como plantean algunos autores, la democracia haya sido sustituida por una deudocracia quiebrocracia. Es decir, una forma de gobierno que tiene como referente al mercado financiero y no el fortalecimiento de la dimensión pública de nuestra vida social. Lo público, administrado por el gobierno, era aquello que no podía ser apropiado por el interés particular. El hecho de que, por ejemplo, la UPR no haya sido declarada servicio esencial implica que, para el gobierno, lo esencial ya no es lo público.

Frente a esto, varios sectores han reclamado un movimiento alternativo por un proyecto que restablezca lo común como principio fundamental de toda gestión política.  Desde Europa el movimiento Diem25, liderado por Varoufakis y Zizek, ha creado el primer partido político transnacional y paneuropeo para la democratización de la Unión Europea y en los próximos meses se celebrará en Quito, Ecuador la Conferencia Democracia y Sociedad Civil en América Latina y el Caribe. Esto quiere decir que la experiencia de lo democrático y la defensa de lo común se encuentran amenazados en distintos niveles y se gestan, a nivel global, proyectos para su defensa. En Puerto Rico durante los últimos años han surgido grupos y organizaciones que han generado proyectos para rescatar la importancia de esa dimensión pública.

El proyecto Agenda Ciudadana, que celebra sus 10 años, ha sido uno de esos proyectos que han apostado por lo común.  Algunos pensarán, desde una lectura simplista que dicho proyecto le pertenece a un sector, pero quienes han participado de las actividades de Agenda Ciudadana saben que dicho proyecto es, más que todo, un espacio para ensayar formas alternas de la experiencia democrática. Sobrepasando la cultura del debate, han utilizado la herramienta del diálogo deliberativo para sentar en una misma mesa a los diferentes, no para homogenizarlos ni para consensuarlos, sino para mantener viva la tensión constitutiva de lo común y del demos. Desde ese ejercicio, de accionar la diferencia, han generado proyectos que, quizás, hoy hubiesen servido de barrera a los planes de austeridad fiscal propuestos. Ejemplos son el Sistema de Salud Universal, el Plan Decenal de Educación, el Plan de Uso de Terrenos y el Bosque Modelo. No son proyectos de Agenda Ciudadana, son proyectos de ciudadanos que han reconocido la reorientación de los partidos tradicionales y han buscado otros espacios para gestar lo común.

Proyectos como Agenda Ciudadana y otros que van surgiendo a nivel local y global, van indicando un camino alternativo que le hace frente a la precarización que nos ordena la austeridad. Sigamos esas pistas de proyectos que gestan lo común; allí se pueden encontrar los quiebres de nuestra condición actual.