La UPR y las alianzas: agenda regeneradora

La UPR y las alianzas: agenda regeneradora

Por: José M. Encarnación

martes, 25 de julio de 2017

La educación ciudadana es una de las cuentas pendientes de la agenda social de Puerto Rico. Ningún país tiene posibilidades reales de adelantar sus aspiraciones sin encauzar una cultura educadora centrada en el desarrollo de la inteligencia social de su gente. Ante el frágil estado de nuestro contrato social y el imaginario de una regeneración, preocupa el lugar de la educación pública como fuente de cohesión social.

La primera preocupación es el cierre de planteles escolares en centenares de comunidades desventajadas. Eso sumado a la práctica de reducir tiempo lectivo para el aprendizaje de los Estudios Sociales, única clase centrada en el desarrollo socioemocional de los niños(as). En un contexto de competencia cívica para la democracia, ¿cómo pretender mejorar al país sin ofrecer a los pequeñines suficientes experiencias para que alcancen conciencia ciudadana y de interdependencia, así como desarrollo personal y ético político, que les prepare para servir a sus comunidades?

La segunda preocupación es la planificada descapitalización de la Universidad de Puerto Rico (UPR), una amenaza a la sostenibilidad social del pueblo. Las universidades a menudo se visualizan como espacios elitistas, desvinculados de la gente y sus necesidades. Ese no es el caso de la UPR. La presencia regional de sus once recintos ofrece justicia geográfica que, además de acceso poblacional, valida una política fiscal distributiva. Así, el presupuesto público se democratiza beneficiando a decenas de comunidades puertorriqueñas y generando actividad económica que redunda en movilidad social desde las periferias. Eso explica cómo la UPR lideró el surgimiento de la clase media puertorriqueña al nutrir generaciones de jóvenes con una actitud intelectual y profesional competente y desafiante frente a los problemas humanos.

Ahí la importancia de las alianzas. Unida al tercer sector y a otras entidades, la Universidad combate el enajenante asistencialismo, indicador de fracaso para los gobiernos del mundo. Es desde la unión que se pueden gestar caminos de cambio y por eso la Universidad está convocada a mantenerse proactiva y solidaria. Decía el Padre Pedro hace un tiempo “…no podemos sentarnos a animar el país”. Las alianzas han demostrado brindar a la gente el conocimiento y las herramientas sociales que elevan su poder de gestión. Por eso proponemos una agenda social que requiere mantener el liderato de la Universidad en el desarrollo de educación ciudadana y de alianzas comunitarias:

1. Reforzar la educación pública, asegurando amplio acceso educativo desde niveles primarios hasta la universidad y trascendiendo los criterios cuantitativos como determinantes de éxito.

2. Reorientar el currículo escolar a partir de un componente sólido de educación ciudadana que responda a un marco filosófico consistente con nuestra realidad como nación caribeña que se abre al mundo.

3. Vigorizar los programas de preparaciónde maestros concentrando en el dominio del contenido de las materias, en investigación educativa, servicio comunitario, educación popular, así como perspectiva transdisciplinaria y multicultural.

4. Desarrollar un modelo de educación ciudadana vinculante a una economía solidaria, ecológicamente viable, que aporte sustentabilidad energética, a la soberanía alimentaria y al comercio justo.

5. Planificar sistemáticamente la revitalización de la institución familiar, orientándola a una ética de responsabilidad social para “aprender a convivir”.

6. Reconstruir el modelo de salud pública focalizado en servicio al ciudadano desde una perspectiva educadora, holística, preventiva y de derechos humanos.

7. Promover alianzas universitarias y escolares con las comunidades, el tercer sector, las  cooperativas y la industria a través de proyectos de innovación social, investigación y empresarismo que sirvan de taller de formación para docentes, estudiantes y para la sociedad civil.

La educación es un imperativo de todo afán democrático y es prioridad en la ambiciosa agenda ciudadana para Puerto Rico. Es momento de emprender hacia la regeneración social. Hagámoslo unidos, en alianza por lo común, es nuestro deber ciudadano.