Desde los derechos, contra toda desigualdad

El  deterioro social en Puerto Rico, que toma cuerpo en la creciente violencia de las desigualdades económicas, en la marginalidad en todas sus formas y en la vulnerabilidad ciudadana ante la crisis de seguridad, tiene que ser atendido con un abarcador proyecto de transformación social que, para garantizar su éxito, debe ser orientado en la perspectiva solidaria de los derechos humanos.

La celebración este mes del 65 aniversario de la proclamación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por parte de la Organización de las Naciones Unidas debe constituirse en un referente vivo para un Puerto Rico al que le urge, como imperativo histórico y como expresión de humanidad, abrirse a una democracia participativa que, por su misma naturaleza, tome cada decisión y establezca cada prioridad armonizando los deberes con los derechos humanos, civiles y sociales.

En esa aspiración trascendental para nuestro país se enfoca la cobertura especial que, para todo el mes de diciembre, inicia hoy El Nuevo Día, estipulando, claro está, que alcanzar ese nivel de desarrollo al servicio del bienestar colectivo requerirá de ciudadanos conocedores de sus derechos y, por lo tanto, socialmente responsables de su destino.

Es crucial entonces que cada reclamo de vivienda, de educación, de respeto a la dignidad de los niños y jóvenes con discapacidades, de seguridad, de respeto a la vida, de protección al ambiente, en fin, de participación económica en un país con un 14% de desplazados laborales y de decisiones fiscales muchas veces calculadas con desalmada insensibilidad,  se haga desde los derechos que asisten al ciudadano. Solo desde esos derechos, jamás desde la aceptación pasiva de la respuesta de un gobierno o de burócratas proclives a violentar y a confundir esos derechos con privilegios que ellos tienen la discreción de conceder o negar. Sin embargo, para exigir con efectividad desde esa posición, los ciudadanos tienen que ser conscientes de tales derechos.

Y es responsabilidad de todos los sectores, gubernamentales y no gubernamentales, lanzar una intensa cruzada por  la educación en competencia ciudadana, en sus deberes y en sus derechos. Es urgente, sobre todo cuando estudios sobre Derechos Humanos y Civiles realizados en el transcurso de los últimos dos años por la Facultad  de Derecho de la Universidad Interamericana, y que son consistentes con otro ordenado por el gobernador Luis Muñoz Marín  en 1959 (47%),  revelan que  solo un 42% de los entrevistados pudo identificar uno de los derechos que les cobijan.

Esto es grave, muy grave, porque como bien reza la misma Declaración Universal proclamada en 1948, “el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos (ya) han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad”.

Por eso, hay que conocerlos para defenderlos, porque es la forma de ayudar a construir un mundo, y un país, “en el que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencia” y disfruten también, sin restricción alguna, de todos sus derechos sociales, políticos y económicos.

Por: Editorial El Nuevo Día

Publicado en El Nuevo Día el 1 de diciembre de 2013