El bosque como escuela

La raíz de muchos problemas del país está enclavada en la carencia de un sistema educativo apto. Sus deficiencias se observan a diario en titulares que manifiestan el alto grado de violencia, la corrupción generalizada y los niveles irracionales de intolerancia. Más en lo profundo, el déficit educativo se refleja en el estancamiento económico del país que parece no tener contestaciones a sus problemas. Con la baja autoestima colectiva y un sentido de impotencia profunda, el pueblo queda virtualmente impedido de tomar control de su destino.

Ante la ausencia de resistencia, deformarse resulta fácil. Vivimos en un país deformado donde nos dicen cómo pensar, siempre de acuerdo a nuestras grandes dependencias. No se trata únicamente del sector que recibe cupones; en el terreno energético y alimentario, también se manifiesta. Todos estamos expuestos a este principio filosófico criollo de pensarnos desde la carencia y desde la insostenible, dependencia de fuentes exógenas a nuestro contexto, a nuestra realidad.

De otro lado, hacemos búsquedas rápidas en la computadora para dar con respuestas inmediatas a consultas triviales. El juego electrónico excesivo se traga la creatividad de nuestros niños y jóvenes quienes al presionar botones aprenden a elegir decisiones prefabricadas. Nuestros estudiantes viven cada vez más tiempo invadidos por tecnologías que los desconectan como individuos de su entorno natural y social. ¿Cómo esperar que en nuestro país madure un proceso de toma de decisiones creativas cuando lo que practicamos casi desde la cuna es a desconectarnos de nuestro entorno y a reproducir “comands”? Lo peor es que esta dinámica es la que ya comienza a percibirse como la más común y como una suerte de embrión para un nuevo sentido común. De un tipo de sentido común de ésos que, de no haber sido interrumpido por la ciencia y la filosofía, nos tendría hoy convencidos erróneamente de que la Tierra es plana y de que el Sol nos da vueltas a diario. Menos mal que, como bien estableció Voltaire, “el sentido común no es nada común”.

Formarse como ser humano requiere tiempo y esfuerzo, o sea, energía para realizar el trabajo de aprendizaje. Pensar es natural, pero pensar críticamente requiere entender la realidad, cuestionarla e integrar diversos niveles de información para provocar contestaciones. Como en todo proceso de desarrollo, el ambiente de aprendizaje influye el resultado.

¿Con qué contamos? Contamos con un proceso educativo unidireccional que se realiza en un ambiente artificial, basado en una verdad predigerida y que apaga la curiosidad por descubrir el conocimiento. ¿Qué necesitamos? Necesitamos de espacios que permitan la reinserción del estudiantado a su entorno con experiencias que provoquen la curiosidad por el conocimiento y diversión, capaces de tocar la fibra de lo humano.

El Bosque Escuela La Olimpia “Ariel Massol Deyá” en Adjuntas nace como proyecto educativo de Casa Pueblo para insertar activamente las áreas naturales en la solución de los problemas sociales que nos afectan. Es un hecho que el bosque produce el agua y oxígeno que necesitamos y que alberga nuestra biodiversidad. Ahora se agrega un nuevo servicio social como espacio educativo científico para la protección de nuestros recursos naturales y para ir fomentando en nuestra juventud el pensamiento crítico y creativo necesarios para descifrar el desarrollo sostenible que queremos en la región.

El Bosque Escuela gozará de unas instalaciones impecables. Contará con aire fresco del bosque, iluminación solar, sistema sanitario ecológico, viveros, salones abiertos y esculturas. El laboratorio de energía renovable con sistema de turbina hidroeléctrica alimentará gratuitamente las necesidades de la escuela. Sin inversiones millonarias, pero con buena ingeniería –armoniosa con la conservación del recurso–, la deuda de nuestro Bosque Escuela a la AAA y AEE será nula (¡absolutamente sostenible!). Con orgullo anunciamos que no le debemos nada al Banco Gubernamental y que Moody’s no podrá degradar bono alguno que afecte su construcción.

Se trata de instalaciones con contenido. El currículo cuenta con experiencias prácticas para reconocer el rol de los hongos en el reciclaje de nutrientes, así como con temas de diversidad de insectos, aves y flora. Una parcela de café y experiencias agroforestales expondrán a nuestros estudiantes a una cultura de trabajo. Actividades tales como mediciones de calidad del agua, entre muchas otras, son cuidadosamente desarrolladas con el apoyo de amigos profesores de la UPR de Mayagüez.

Los estudiantes de la Escuela Superior José Emilio Lugo de Adjuntas serán los primeros en explorar los conceptos ecológicos y buscar soluciones comunitarias a problemas económicos, sociales y culturales. Aquéllos que completen las enseñanzas del bosques obtendrán un diplomado científico comunitario.

Hoy sábado 17 de agosto será un día histórico tras la gran ceremonia de pueblo marca el comienzo de otro sueño convertido en realidad. Ariel Massol Deyá, nombre con el que será bautizado el Bosque Escuela, fue habitante de La Olimpia al igual que el Julián Chiví y fue gestor e inspiración para su creación.

Hoy le honramos con acciones de infinita esperanza, con hechos palpables que ofrecemos a este nuestro Puerto Rico, un pueblo que sigue sumido en la indefinición.

Por: Arturo Massol Deyá

Publicado en: El Nuevo Día el 17 de agosto de 2013