Un cambio social desde la educación

Para que el País logre reencaminar su desarrollo socioeconómico rumbo a las metas de bienestar que se debe aspirar, es urgente que la educación pública deje de ser una veleta impulsada por vientos cambiantes y se afiance sobre un plan educativo sólido y a largo plazo, a cuya elaboración contribuyan todos los sectores de nuestra sociedad.

Eje central del Plan Decenal de Educación que elaboran y proponen distintos sectores ciudadanos debe ser el maestro, cuya participación es crucial en todos los aspectos a tomarse en cuenta para transformar de una vez por todas un sistema atrasado, burocrático y politizado que mantiene en un círculo vicioso la educación de nuestros niños y jóvenes.

Con el comienzo del curso escolar 2013-2014, que hoy completa su primera semana, regresan al primer plano las deficiencias de un sistema educativo que no avanza, que ha mantenido por una década a casi la totalidad de las escuelas en “plan de mejoramiento”, que impone “nuevas” estrategias  con cada cambio de gobierno, que se maneja de manera partidista por burócratas que no toman en cuenta a los maestros ni a los estudiantes.

Ello se dramatiza con el hecho de que un Departamento de Educación con  un presupuesto anual de unos  $4,000 millones, sea incapaz de colocar sus prioridades donde deben estar: en la creación de un sistema moderno, tecnológicamente avanzado, con currículos adaptados a la realidad de los alumnos y del País y con maestros bien remunerados y provistos de los recursos adecuados.

Con el 90% de las 1,466 escuelas públicas que reabrieron sus puertas a 420,000 estudiantes, lejos de cumplir con los estándares de calidad, urge que el Ejecutivo y la Legislatura se pongan en sintonía real con el esfuerzo ciudadano de salvaguardar el presente y el futuro de la educación de los embates partidistas y la burocracia que le impiden convertirse en la herramienta útil para   los adultos del mañana.

No puede conformarse el Gobierno con obligar a los padres a acudir a las escuelas de sus hijos a informarse de sus logros o sus dificultades, pues para tener éxito en este propósito se requiere la integración de esos padres a los procesos mismos de reformular la educación que reciben sus hijos.

De eso se trata el Plan Decenal de Educación, de integrar a los padres, maestros y estudiantes, así como a los demás ciudadanos, a la discusión de las ideas; de brindar a los maestros los incentivos económicos y los recursos tecnológicos que necesitan; de crear currículos adecuados y ambientes inspiradores que entusiasmen al alumno y combatan así la deserción escolar. Se trata, también, de ponerle coto a la burocracia y a la politización de décadas.

Contrariamente a lo que ocurre con muchos proyectos, que se malogran porque no hay fondos suficientes para costearlos, la educación pública en Puerto Rico cuenta con presupuestos saludables, aunque mal utilizados y pobremente fiscalizados. Por eso la urgencia de  un cambio sustancial y estratégico  que tiene que  generarse desde todos los sectores. De ahí el valor del reclutamiento de voluntarios para los diálogos ciudadanos que impulsa la Mesa de Trabajo del Plan Decenal de Educación. También la sin precedentes Alianza de Medios de Comunicación por el Plan Decenal  es un digno ejemplo de entrega institucional y ciudadana a esa noble causa social.

Trabajemos los acuerdos que nuestra realidad histórica demande, para que un nuevo pacto social sea una  realidad por el bien de la educación. Hagamos la diferencia.

Por: Editorial END

Publicado en El Nuevo Día el 9 de agosto de 2013