Hacia Una Ruta Cultural Sólida

El reclamo de los ciudadanos para forjar una política cultural que vaya más allá de los proyectos esporádicos, y que integre a las comunidades en la divulgación y protección de nuestro acervo, debe ser atendido sin ambigüedades ni mezquindades partidistas.

La preocupación colectiva mayor, expresada en los postulados de Agenda Ciudadana, se centra en la falta de espacios y oportunidades para la creación y la difusión artística. Es difícil que prevalezcan o evolucionen las expresiones culturales del País si no se trabaja en una política cohesionada, que integre sin prejuicios los verdaderos valores de nuestra identidad.

En Puerto Rico resulta doblemente sacrificado mantener un elevado nivel de actividad cultural dentro de nuestras fronteras, y a la vez proyectarlo al exterior, como normalmente se hace en otros países más pequeños y con menos recursos.

Pese a todo, y gracias a la titánica labor de artistas y promotores culturales, se han superado importantes escollos, al punto de que nuestra cultura y su riquísima diversidad, por momentos han logrado alcanzar repercusión mundial.

No puede decirse, sin embargo, que hayamos avanzado en la formulación de una política cultural vigorosa, que empiece por donde hay que empezar: creando el semillero de la imaginación y la adhesión a las artes.

Los mismos deben plantearse, enfocándose en los programas culturales para las escuelas y exponiendo a los niños, ya desde los primeros grados, a la experiencia de la música, la pintura, la danza y otras disciplinas.

Hoy por hoy, a la falta de una política que enmarque la cultura como el instrumento idóneo para el desarrollo integral de las futuras generaciones, hay que añadir los estragos causados por la reducción de fondos que han dejado prácticamente en la intemperie a numerosas instituciones culturales.

Museos, galerías, bibliotecas, programas arqueológicos y escuelas especializadas, son las víctimas más visibles de la falta de apoyo. Pero también han desaparecido, o están al borde de la desaparición, grupos alternativos o iniciativas artísticas que en su momento prometían una expansión de alto impacto.

En Puerto Rico se ha producido un trastoque de nuestros verdaderos objetivos culturales. Y al día de hoy, no parece haber voluntad de parte del Gobierno para subsanar esa situación.

Prueba de que los ciudadanos ansían una verdadera transformación en el terreno cultural, son los reclamos que han formulado para que se desarrollen programas de arte independientes, que no estén sujetos al partidismo político, y que se inserten dentro de un marco de libertad de acción y pensamiento.

La cultura, como contrapunto a un intercambio social saludable, es vital también para una ética de la convivencia, así como para el desarrollo económico de un pueblo.

Por todo este cúmulo de razones es tan importante que, abocados como estamos ya a las elecciones, los partidos políticos presten oídos al sentir del pueblo; corrijan el abandono en que hallan sumidas las instituciones culturales y se comprometan a abrir caminos de esperanza y apoyo a la creación artística.

 

Tomado de: El Nuevo Día (Editorial) 13 de mayo de 2012