PLAN NACIONAL DE ECONOMÍA SOLIDARIA

Inmerso como ha estado en un modelo agotado, en el que los déficit y las desigualdades son la orden del día, Puerto Rico tiene el reto de adoptar un plan nacional de desarrollo económico sustentable que ayude al País a superar la dependencia, estimulando el empresarismo y la inversión, y elevando la participación laboral y la producción.
La urgencia de alcanzar estas metas ha quedado expuesta con alta visión en los diálogos transectoriales convocados por la Fundación Agenda Ciudadana en la sede de Casa Pueblo de Adjuntas, este fin de semana, y ayer en Hato Rey, en el cual sirvió de anfitriona la Coalición del Sector Privado.

En el modelo de desarrollo en torno al cual imperan las coincidencias de propósito, los ciudadanos individuales y los representantes de sectores juegan un papel central en la formulación de propuestas y en la toma de decisiones. Un modelo en el que el Estado debe adoptar un papel trascendental como facilitador.

Es un novel proyecto de reenfoque y democratización del desarrollo que está inspirado en el apoderamiento ciudadano en el que el pueblo es gestor de soluciones a los múltiples desafíos que enfrenta Puerto Rico y agente de cambio, no meramente dentro de su entorno, sino en una capacidad más amplia, en la que el bien común sirve de norte.

Inicialmente, la dinámica esperanzadora de las ideas que surgieron del diálogo franco y amplio que se hizo a través de los Foros Ciudadanos del 2011, para un gobierno eficiente y un plan de equidad social, fueron recogidas bajo el lema de la Agenda Ciudadana con la expectativa de que los partidos las acojan en la elaboración de sus respectivos programas de gobierno.

Ahora, tanto desde las montañas como en el entorno metropolitano, ese movimiento reconoce que no hay por qué esperar a que los cambios vengan de los partidos -sin menospreciar la importante función que juegan en nuestro sistema democrático-, para gestar la formulación de una sólida y comprensiva política de desarrollo económico a corto, mediano y largo plazos. Una política que impulse la progresión sostenida de nuestra fuerza trabajadora, potenciando a gran escala la producción, la creación de empleo de calidad y reduciendo la dependencia mediante el empresarismo, la autogestión, la reducción de costos operacionales, el tratamiento justo a nuestros productores nacionales y la elevación de la competitividad para estimular la inversión. Todo esto es un ecosistema empresarial orientado en la economía solidaria.

Grandes coincidencias entre sectores afloran también en la visión de que una educación holística es fundamental para un plan estratégico como éste, centrado en promover el pleno empleo, la productividad, la seguridad alimentaria, la protección de los recursos naturales y en el fortalecimiento de la manufactura de productos y servicios.

En este logro inédito de pensar al País de manera distinta, es positivamente aleccionador no sólo ver temprano en el camino más coincidencias que discrepancias, sino ver, como principal elemento unificador, el principio de la transparencia, la sustentabilidad, la equidad y la justicia social.

Ello nos hace afirmar que es factible rebasar el pesimismo y la impotencia que emana del tribalismo politico-partidista y que abruma a nuestra gente, según se refleja en nuestras encuestas. Reconocemos, como lo han hecho los participantes de estos diálogos, que la tarea que hay por delante es ardua y cuesta arriba. Y por eso es vital tomar con fuerza la creación de mecanismos de ejecución y validación de los acuerdos que vayan surgiendo.

Empero, reiteramos que todas las fuerzas adversas que inciden en la desaceleración y estancamiento de nuestra economía son conquistables con la ejecución de un proyecto de desarrollo socioeconómico inspirado en la meta de un Puerto Rico distinto y mejor.

Un proyecto libre de los vaivenes políticos que hacen de Puerto Rico el país de los comienzos cada cuatro años.

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