Que nadie se despiste

Hay trabajo que ni botándolo se acaba. La tarea central de todos: la construcción de país. Tenemos este año para demostrarnos y decirle al mundo de qué estamos hechos en esta tierra caribeña. Iniciemos por ahí: somos caribeños y debemos reconocernos como tales.

Llevamos varias décadas haciéndonos creer que somos otra cultura y las políticas públicas que ordenan nuestras tierras actúan como si fuéramos un continente. Por eso la importancia de un plan de uso de terrenos bien articulado a nuestra geografía y necesidades. Para esto ya contamos con Carmen Guerrero, con la Sociedad Puertorriqueña de Planificación, con cientos de ciudadanos y de organizaciones como Casa Pueblo y el Corredor Ecológico del Noreste, que nos acompañan en la ruta de la sustentabilidad y un desarrollo ordenado.

Por otro lado, tenemos la misión de lograr ser uno de los países más seguros y saludables en cinco años o menos. Tenemos el plan en curso, hace falta diálogos deliberativos y transectoriales a lo largo y ancho del País. El asunto es que tenemos que educarnos para focalizarnos en el bien común y no, como hasta ahora, en los intereses particulares de sectores particulares. Ese tipo de relación ya lleva haciéndonos daño y generando una violencia que nos persigue los talones.

Aquí ciertas prácticas de las que algunos sectores deben, como dicen los jueces, “cesar y desistir”, para lograr un país seguro y saludable.

Los medios de comunicación deben dejar de alimentar sus “ratings” y lucrarse de la violencia y el morbo que exhiben sin ningún pudor. Ya la sociedad está demasiado abrumada de noticias que no abonan a la construcción, que reiteran y repiten los mismos asuntos. La ciudadanía les propone que mejor investiguen y publiquen todas las formas en que muchos países lograr reducir y manejar problemas sociales con estrategias creativas y de sana convivencia. Los medios de comunicación necesitan moverse al siglo veintiuno y civilizarse.

Las grandes empresas y las multinacionales que han generado los niveles más altos de desigualdad, deben cesar y desistir de obstaculizar el desarrollo pleno de los países, incluyendo Puerto Rico. No hay manera de que el planeta y sus siete mil millones de personas sigan vivas y funcionando con el tipo de decisiones que toman. No hay salida al insistir en un modelo basado en la desigualdad. Así que los miembros de la sociedad ciudadanía les proponen acoger las metas y acciones que Agenda Ciudadana, a través de diálogos con gentes de la industria, el comercio, las cooperativas y las organizaciones comunitarias, ha ido acordando para movernos hacia una economía solidaria.

Con estos cambios abordamos, de una vez, el proyecto de transformación de nuestra educación: sabemos que ésta es el pilar para no despistarse y perderse en el camino. Es un camino nuevo, pero el plan decenal de educación que andan gestando varias decenas de organizaciones de todo tipo, en solidaridad con niños, maestros y comunidad escolar en general, será la guía para ordenar las decisiones y los presupuestos.

Una convocatoria nacional para decidir ese plan será el primer paso: aquí nadie se puede quedar en casa. Será el evento de participación ciudadana más amplio que este País haya tenido en su historia, porque hasta los niños tendrán algo que decir y aportar para aportar a los ejes que trabajaremos para los próximos 10 años. Aquí los medios de comunicación, el Gobierno, las empresas, los grupos profesionales, académicos y comunitarios tendrán roles centrales y concertados, por lo que todos deben estar atentos para asumirlos con responsabilidad.

Nadie se puede quedar de observador, no pierdan la ruta: construir país con una visión clara y dirigidos a salir de la queja. La descripción morbosa y perversa de nuestros problemas diarios debe madurar, asumir seriedad y responsabilidad. Aquí sí que no hay exclusiones: que nadie se despiste.

Por: María De Lourdes Lara Hernández
Directora Ejecutiva de Agenda Ciudadana.