Sin pausa al Sistema Universal de Salud

Establecer en Puerto Rico un sistema universal de salud que haga justicia a toda la ciudadanía y garantice el derecho de todos a una vida saludable, debe ser una prioridad del Gobierno pero, para hacer esto realidad, es necesario que, con voluntad política, la fragmentación y la gestión secreta sean sacadas de la ecuación.

Por ahora, la creación de un sistema universal de salud se apoya principalmente en los esfuerzos voluntarios de grupos ciudadanos que luchan en contra del racionamiento de servicios, la degradación y disloque de las prioridades y de un modelo que cada vez resulta más costoso y menos accesible a la ciudadanía, como bien quedó establecido el jueves último en el conversatorio “Pasos hacia un sistema de salud universal”, organizado por la Junta Editorial de El Nuevo Día. Convocados en el Teatro Emilio S. Belaval de la Universidad del Sagrado Corazón, algunos panelistas hicieron duras críticas al secretismo que la administración actual ha impuesto sobre los comités de trabajo creados por el Departamento de Salud para el establecimiento de un plan piloto sobre un modelo de acceso universal, que no es lo mismo que el sistema universal.

Sostenemos que debe haber transparencia en esos trabajos, pues lo que se debate es el derecho de los ciudadanos a la salud, pero también creemos firmemente que lo que el Gobierno debe perseguir es el establecimiento del seguro universal, que es el único que puede garantizar el disfrute de una vida saludable a cada ciudadano, sin importar su status económico.

Todas las acciones que adopte el Gobierno en torno al tema de la salud deben ir dirigidas a ese objetivo primordial de justicia social, pero como se planteó en el conversatorio, no existe voluntad política ni siquiera para armonizar las gestiones con la participación. Pero, mientras se logra ese objetivo, el País tiene que mantenerse vigilante  a los preparativos conducentes al plan piloto que el Gobierno pretende establecer en enero de 2014 en el área noroeste para promover el acceso de los ciudadanos, principalmente los que hoy están en un limbo, a un seguro médico.

Como señaló el presidente del Colegio de Médicos Cirujanos, Eduardo Ibarra, resulta absurdo que los integrantes de los 11 comités creados por el Departamento de Salud para viabilizar el plan piloto tuvieran que firmar acuerdos de confidencialidad que les impiden divulgar hasta los nombres de quienes asisten a las reuniones. Censuramos este elemento de secretividad,  que el exdirector de Salud de la capital y estudioso de los modelos de salud a nivel internacional, Ibrahim Pérez, catalogó de inaceptable al sostener que “no creo en el plan piloto, ni creo en el secreteo”.

En el lado positivo, es importante la reacción abierta del director ejecutivo de la Administración de Seguros de Salud (ASES), Ricardo Rivera, al reclamo del doctor Rafael Torregrosa, de la Alianza de Salud para el Pueblo, en favor de una concertación social de sectores diversos para el diseño del modelo universal de salud.

Igualmente, coincidimos con el exprocurador de la Salud, Carlos Mellado, en que es imprescindible devolverle a esa oficina la responsabilidad de velar por los derechos del 100% de los pacientes, que incluye el sistema público Mi Salud, los planes privados y los casi 400,000 ciudadanos que no tienen ningún seguro médico.

Significativo también el dato aportado por el presidente de la aseguradora Triple S, Pablo Almodóvar, de que actualmente el 92% de los ciudadanos tiene acceso a un plan médico, lo que dramatiza el desafío que representa el poder proveer cubierta a ese restante 8%, hoy desprotegido.

Estos desfases deben superarse con un modelo justo de salud: el sistema universal.

Por: Editorial El Nuevo Día

Publicado en El Nuevo Día el 23 de septiembre de 2013